domingo, 30 de mayo de 2010

En la ruta

¿Cuántas veces más podrás caer? Decirte todo bien en la jeta. ¿Cuántas veces más podrás ceder? Vomitarte todo bien en la cara.
Y en algún momento, pa, vas a entender que nada de lo que se escondió entre superficies fue de sábanas. La puta que te parió. Tampoco fue absurdo. La gran puta madre. Esas dos palabras me las meto en el orto, pero me las meto yo. Y vos..., sí, ¡vos!, no te das el gusto de sacármelas de encima.
Miralo, arrancalo, torcelo, tiralo, comelo, escupilo, masticalo, sacalo, adaptalo. Viví con ello y morí en la ignorancia de no ser capaz. Morfame viva cada vez que me veas y tragame cruda cada vez que lo reprimas. Las palabras me las quedo yo. Otra vez te lo digo. ¿Cómo te lo tengo que decir? ¿Cómo mierda te lo tengo que decir?
Amanecerás. Ya amanecerás.
Y me voy como Alfonsina en su mar.

miércoles, 26 de mayo de 2010

¿Con qué necesidad?

¿Con qué necesidad entraste por ahí? Eso me pregunto. Pudiendo estar detrás, viniste hasta mí. Cómo no querés que me lo pregunte. Si ya no nos apuraba esa soledad, yo te pregunto: ¿con qué necesidad? Y cuando se te cante volver, ¿preferirás correr? Vos solo dijiste "basta".
Yo no sé si inflaste los pulmones y tampoco sé si te sermoneaste mirando el cielo. Yo ya no sé lo que queda. Otra vez volviste a caer.
¿Con qué necesidad se tocó ese botón? Si se sabía que todo iba a estallar. El tiempo no muestra nada, todo vuelve a fallar. ¿El sol está al revés? ¿Eh? ¿Con qué necesidad? Ya sabés qué hay y en cuántas partes podemos dividir toda la historia. Vos solo dijiste que basta.
Dijiste que ibas a inflar los pulmones para no gritar al sermonearte mirando hacia el cielo. No sabemos lo que queda, si es que queda. ¿Otra vez vas a volver a caer? Pero, escuchame, querido... ¿Con qué necesidad?

martes, 18 de mayo de 2010

Tengo ganas de hacerla simple

Me vuelve loca ese pibe. Me gusta, me encanta, me atrae, me divierte, me conoce, lo conozco, me cae en extremo bien y, en determinadas circunstancias, me exita.
Me da bronca no tenerlo. Me encantó cuando lo tuve.
Tener, un verbo un tanto posesivo... No me refiero a eso. Me refiero a tenerlo y que me tenga. Y nos tengamos, así. Desnudos, abrazados, transpirados, agitados, empalmados y garchando y apretando a más no poder y transpirando de nuevo. Lo miro y se me vienen todas esas ideas y esos recuerdos a la cabeza.
Lo veo hablar, lo escucho mirar y le hablo con los ojos. Pero no me escucha. Nunca me escucha. Aunque siempre me mira. Desde ahí arriba, mientras canta, me mira.
¿Qué clase de tarado es? ¿Qué clase de tarada soy? Quizás tenga que ir y morderle los labios. O quizás tenga que esperar a que el muy boludo se deje de joder y me morfe viva.
A su vez, es más. Es más cariño y algo menos carnal. Pero nunca dejaría de ser carnal. Entonces, lo quiero. Y tengo ganas de que me quiera más. Yo también quisiera poder quererlo más. Pero el muy infeliz quiere que lo quieran sin quererse él mismo realmente.
Igual, como hasta ahora ha sucedido..., eventualmente, volverá a amanecer en mi cama. O quizás yo en la suya. Aunque, una cosa no anula la otra.

viernes, 14 de mayo de 2010

Recién empezado el 07/05 dije

Puedo morir mil veces. Y mil veces más. quizás, muchas de esas, con esta canmción de fondo. Pero una cosa es segura: el último final será total y completamente distinto.

Después, también me dije

Hay algún lugar del que no me voy. Y tanto hay pendiente que es absurdo esquivarlo todo.
Ya me dije una de las cosas más importantes. Y ese piano no se equivoca, señores.
Lo próximo, eventualmente, llegará. Lo impotante es que ya empecé el trámite.
Me gusta entender lo literario de estas palabras, y me resulta interesante haberlo escuchado.
Tiempo de irse y no sé si se sentirá bien. Hay alguien ahí revoleando ladrillos.
Qué sé yo. Será cuestión de ponerse cómodo.
En el peor de los casos, morirse cuando se esté lleno de vida.

lunes, 3 de mayo de 2010

Pequeño pez

De alguna forma, habíamos terminado por consumirnos. Pero, antes de que eso pasara yo le había dicho al oído:

—Quiero ser tu puta — y me hubiese gustado decírselo con los labios pintados de rojo y vestida con brillosos cueros negros.

Después de eso, todo se incineró. No duramos mucho. Él no sabía si irse y mientras dudaba yo ya estaba subiéndome al bondi.

Si algún día me entero de que lo entendió, espero entonces poder disfrutarlo y dejarlo que me disfrute sin quemarnos del todo, sin consumirnos ni un poco.

Y tengo nada con todos.

domingo, 2 de mayo de 2010

Yo soy el tiempo. Por lo menos, el mío.