viernes, 22 de enero de 2010

Recurrente...

La cantidad de cosas que se pueden hacer con esa forma de pensar, de pensarse y de expresarse. Cosas lindas, raras, hermosas, vulgares, sucias, divertidas. Con pasión, con ganas, con placer. Por placer. Sólo por placer.
¡Cuántas cosas!
Cosas que poco y nada tienen que ver conmigo o con ellos. Y son suyas. Cosas que, como ideas, tienen más de dieciocho años. Como si viniera de otra época. Como si no perteneciera a esto, a hoy, a nada. Y no es de acá. No es de ahora. Claramente, no lo es.
Es nuevo, es clásico, es un viejo conocido con el que nunca había hablado y al que nunca había visto. Nunca antes me había cruzado con semejante inolvidable.
A veces me mira y entiendo que me quiere ahí. A veces me habla y sé que lo hace sin querer y queriendo. ¿Ese es él o soy yo?
Y es lírico, lleva poesía en toda esa simple forma de ser. Es poético y hasta elegíaco. ¡Cuántas cosas se podrían hacer!
Y si viene, y si me mira con esas manos, y si me habla con esos ojos, y...
Cómo negarse a hacer todas esas cosas, cosas lindas, raras, hermosas, vulgares, sucias y divertidas.