lunes, 3 de mayo de 2010

Pequeño pez

De alguna forma, habíamos terminado por consumirnos. Pero, antes de que eso pasara yo le había dicho al oído:

—Quiero ser tu puta — y me hubiese gustado decírselo con los labios pintados de rojo y vestida con brillosos cueros negros.

Después de eso, todo se incineró. No duramos mucho. Él no sabía si irse y mientras dudaba yo ya estaba subiéndome al bondi.

Si algún día me entero de que lo entendió, espero entonces poder disfrutarlo y dejarlo que me disfrute sin quemarnos del todo, sin consumirnos ni un poco.

Y tengo nada con todos.