lunes, 26 de septiembre de 2011

De hambres y de bestias

Verte me da hambre. Y a mí, a la mañana, a la tarde, a la noche y a la madrugada, me gusta comer. Y me gusta coger.
Verte ahí tirado me genera ganas de comerte en vida. De sacarte la piel con los dientes y de arrancarte la camisa con los ojos.
Verte ahí tirado al sol me da paz, porque todavía estás y todavía te puedo morder.
Tenerte abrazado a mi cintura me da risa, y me río y sonrío porque de hambre me muero y porque vos tenés la presa y los cubiertos.
Si me pedís mensajes claros, no los tengo. Si me preguntás cuántas palabras quiero, las quiero todas. Si no se puede, dame tu brazo que con un mordizco me conformo por un rato.
Y me desvestís de a partes claves, y me la ponés sin siquiera preguntar. Me la mandas hasta el fondo. Y sos tan lindo, tan grande, tan animal, tan desesperado, tan bruto, tan salvaje. Me muerdo los labios mientras cierro los ojos y recuerdo tu cara.
Quiero comerte, desnudarte, cogerte, bañarte y dejarte como sobra todo el fin de semana en algún rincón de mi casa. Quiero que me muerdas, que me hagas acabar y que me desparrames todo tu semen en mi cara.
Todo lo que quiero ya lo tuve en estos días que se fueron con un cuarto de ácido en cada ojo.
Recurrime cuando quieras. Yo siempre te voy a querer morder.