domingo, 30 de mayo de 2010

En la ruta

¿Cuántas veces más podrás caer? Decirte todo bien en la jeta. ¿Cuántas veces más podrás ceder? Vomitarte todo bien en la cara.
Y en algún momento, pa, vas a entender que nada de lo que se escondió entre superficies fue de sábanas. La puta que te parió. Tampoco fue absurdo. La gran puta madre. Esas dos palabras me las meto en el orto, pero me las meto yo. Y vos..., sí, ¡vos!, no te das el gusto de sacármelas de encima.
Miralo, arrancalo, torcelo, tiralo, comelo, escupilo, masticalo, sacalo, adaptalo. Viví con ello y morí en la ignorancia de no ser capaz. Morfame viva cada vez que me veas y tragame cruda cada vez que lo reprimas. Las palabras me las quedo yo. Otra vez te lo digo. ¿Cómo te lo tengo que decir? ¿Cómo mierda te lo tengo que decir?
Amanecerás. Ya amanecerás.
Y me voy como Alfonsina en su mar.