lunes, 21 de junio de 2010

Y un tango de sombrero

Cuando quieras nos reimos, corazón.
Cuando quieras, dame un beso, dame un faso, dame un vino.
Dame otro beso en la frente y mordeme los labios al costado de la vía.
Cuando quieras, nos reiremos, corazón.
Cuando quieras.

Númen II

Volviste. Me hablaste. ¿Te despertaste ya? Se notaba tu silencio. ¿Cómo andás? ¿Seguís sin camisa? Hace frío para no tener camisa. ¿Y qué contás? ¿Conservás el salvajismo? ¿Y toda esa mugre? Espero que sí. Te sienta bien la mugre. Me gusta como te queda.
¡Qué bueno es verte de nuevo! La verdad, tenía ganas de que esto pasara. Pero no quería molestarte, verás. Me pareció que darte silencio después de tanto barullo era lo más apropiado. Me pareció, también, que jamás te hubiera importado escuchar mi silencio. Y supuse que te hubiese sido molesto seguir con el barullo entre todo ese griterío. Preferí pausar y esperar a que te levantaras. Claro que, corría el riesgo de que no lo hagas. Por eso me alegro de que estés acá.
No es solo una risa. Pero, si querés, nos reimos cuando quieras.