Estaba a punto de contar una de esas historias de veranos de años pasados que contenía varias cosas divertidas. Una historia copada, realmente. Hasta el día de hoy se le siguen agregando anécdotas pequeñas que la hacen crecer y ponerse linda como si se arreglase con ropa de salir y se pusiese perfume y un poco de maquillaje.
El punto es que el relato de esta historia hubiese empezado con un posteo sobre el primer encuentro carnal. Es decir, hubiésemos ido directamente a lo interesante. Y para esto, yo hubiese dicho algo similar a lo siguiente: "(...)y eso fue lo más parecido que tuve en mi vida al sexo casual". Obviamente, con alguna moraleja al final o un pie para seguir agregando puchitos de toda esta historieta, ¿no? Y que quede todo lindo y poético, incluso tierno para algunos –algunas, más que nada–.
Pero, ¿qué pasa? Pasa que, mientras armaba el relato en mi cabeza, me acordé de algo que durante todos estos años no me había acordado.
¿De qué? Y, de que esto ya había ocurrido con algún alguien que jamás volví –ni volveré– a ver, y tengo serias dudas de que me acuerde bien de su nombre –en caso de que me haya dicho su nombre real–.
Entonces, lo más parecido que tuve en mi vida al sexo casual fue, justamente, sexo casual.
¡Qué loco! Justo cuando pensaba que, hasta ahora, ya lo sabía todo de mí.
El punto es que el relato de esta historia hubiese empezado con un posteo sobre el primer encuentro carnal. Es decir, hubiésemos ido directamente a lo interesante. Y para esto, yo hubiese dicho algo similar a lo siguiente: "(...)y eso fue lo más parecido que tuve en mi vida al sexo casual". Obviamente, con alguna moraleja al final o un pie para seguir agregando puchitos de toda esta historieta, ¿no? Y que quede todo lindo y poético, incluso tierno para algunos –algunas, más que nada–.
Pero, ¿qué pasa? Pasa que, mientras armaba el relato en mi cabeza, me acordé de algo que durante todos estos años no me había acordado.
¿De qué? Y, de que esto ya había ocurrido con algún alguien que jamás volví –ni volveré– a ver, y tengo serias dudas de que me acuerde bien de su nombre –en caso de que me haya dicho su nombre real–.
Entonces, lo más parecido que tuve en mi vida al sexo casual fue, justamente, sexo casual.
¡Qué loco! Justo cuando pensaba que, hasta ahora, ya lo sabía todo de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario