jueves, 29 de abril de 2010

Yo dije

Pienso que tengo cosas para decir.

Hace rato que no le hablo, igual no contesta. Todavía pretendo estar en algún lado. Y nada pasa. Nada hay. Cada tanto me callo. Otras veces, me dejo llevar. Total, no se me escucha.

Se ha hablado tanto y no se ha dicho nada. Existen sobreentendidos que nos admiten ciertos silencios. Entonces, como quien diría: "callate y hacé lo tuyo". Yo no tengo la culpa de que haya confundido el placer de la carne con un asado familiar. Tomenlo de parte de quién viene: una vegetariana.

Un buen día me dijo algo. Y al día siguiente tuve que ingeniarmelas para llegar hasta mi casa. Finalmente, fue. No del todo, pero fue. Y ha sido divertido.

Ahora hay silencio por todos lados. Y tengo unos auriculares que no andan y otros que suenan horrible. También hay una tos que molesta al humo, unas lágrimas que matan gérmenes, practicidades para trabajar y un dolor que me relaja.

Creí que tenía mejores cosas para decir.

martes, 27 de abril de 2010

Recurre que no es poco

Contra el colchón, el piso, la pared, el rincón, el piso, la pared, el colchón.
Ni estábamos en condiciones ni teníamos ganas de dejarlo pasar.
Él había recurrido a mí. Después de vaya uno a saber qué fue lo que pasó, recurrió a mí. Y yo..., bajé la caja del placard.
No he decidido aún si decir que sí o si decir que no. No he logrado formular, todavía, la conclusión final y convincente. Como si de alguna forma todo estuviese abierto. Al mismo tiempo, entiendo que nada ha quedado claro.
Me faltan partes. Me quedan salidas. Tengo ideas. Entiendo determinados actos. Pero como si nada fuese mucho y como si todo fuera poco, no estoy a la altura de la circunstancia.
Entonces, profundizo. Explicaciones hay. Que sean estas coherentes o no es otro tema.
Pero todavía me duele el cuerpo. Entonces, me acuerdo de ciertos momentos cuan si fuesen oraciones sueltas marcadas con un resaltador que no anda muy bien.
Un arma se disparó, un globo estalló y una canción terminó.
Ideas imaginadas. Imágenes idealizadas. Todo envuelto en una realidad de agotamiento multiplicado por presiones más una resaca por venir. Pudo haberse disfrutado más.
Como resumen, les puedo decir lo siguiente:
Es bruto. Es un hijo de puta. Es chico, sí. Pero es un bruto, hijo de puta. Eso me encantó y se lo tengo que admitir.
Contra el colchón, el piso, la pared, el rincón, el piso, la pared, el colchón.
Ni estábamos en condiciones ni teníamos ganas de dejarlo pasar.
Eso fue lo que pasó.

sábado, 10 de abril de 2010

Cosas de la vida...

Pero, yo no me olvido que el día del cumpleaños de ella, él me dijo que disfrutaría muchísimo más estando conmigo.

jueves, 8 de abril de 2010

Casualmente...

Estaba a punto de contar una de esas historias de veranos de años pasados que contenía varias cosas divertidas. Una historia copada, realmente. Hasta el día de hoy se le siguen agregando anécdotas pequeñas que la hacen crecer y ponerse linda como si se arreglase con ropa de salir y se pusiese perfume y un poco de maquillaje.
El punto es que el relato de esta historia hubiese empezado con un posteo sobre el primer encuentro carnal. Es decir, hubiésemos ido directamente a lo interesante. Y para esto, yo hubiese dicho algo similar a lo siguiente: "(...)y eso fue lo más parecido que tuve en mi vida al sexo casual". Obviamente, con alguna moraleja al final o un pie para seguir agregando puchitos de toda esta historieta, ¿no? Y que quede todo lindo y poético, incluso tierno para algunos –algunas, más que nada–.
Pero, ¿qué pasa? Pasa que, mientras armaba el relato en mi cabeza, me acordé de algo que durante todos estos años no me había acordado.
¿De qué? Y, de que esto ya había ocurrido con algún alguien que jamás volví –ni volveré– a ver, y tengo serias dudas de que me acuerde bien de su nombre –en caso de que me haya dicho su nombre real–.
Entonces, lo más parecido que tuve en mi vida al sexo casual fue, justamente, sexo casual.
¡Qué loco! Justo cuando pensaba que, hasta ahora, ya lo sabía todo de mí.