martes, 28 de diciembre de 2010

28, 29, 30...

Si en los ojos se nota el vacío ni ganas da llenar otras partes del cuerpo. Y en ese entonces quedó entendido lo absurdo que ha sido lo que no se ha vivido. Pues el manto de plata ya no tapa las patas. Y las llamas de colores ya no son tan llamativas.
En el rincón de algún pasado se ha dejado lo que no se apreciaba. Y lo que se llora por lo que no se intenta no ha de ser tan merecido.
¿Quién ha dicho que en los hombros no hay más pesos?, pues por todos esos besos hemos caido como presas.
Y somos y seremos solo presas de esos presos.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Y pude

Puedo ser tantas cosas. Tan drástica como invisible.
Puedo ver muchas cosas. Y olvidarme de que ya nos hemos olvidado.
Puedo abrir muchas mentes propias y tecerizarlas.
Puedo adquirir capacidades infinitas y alimentarme para sobervivir.
Puedo ser tanto y puedo querer poco. Como tener cosas y no tener ganas.
Y puedo preocuparme por si les sienta bien o les sienta mal.
Entonces, en ese momento, puedo preguntar. Las respuestas siempre incluyen risas.
Cuando me quise acordar, ya era dealer ad honorem. Incluso sin creer que podía.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Si vinieras...

Yo podría esperarte parada contra una pared de ladrillos, con las piernas abiertas, las manos detrás de la cintura —atadas, quizás— la cabeza tirada para atrás y la boca húmeda llena de espectativas.
¿Podrías morderme, por favor? ¿Podrías aplastarme un poco, sacarme un poco el aire, morderme de nuevo, soltarme, mirarme y volver a morderme? Después de eso, ¿podrías soltarme, alejarte unos centímetros, mirarme de lejos, de piez a cabeza, acercarte de nuevo y romper un poco mi ropa? ¿Te parece si con tus manos me apretás fuerte, me apretás toda y después te metés en mí y hurgás? ¿Te apetece morderme más? Tomá, servite de mi cuello. Correme el pelo para atrás, sacá la lengua y desparramala por todo el espacio que tengas entre mi cara y mis pechos.
Si quisiera suspirar, podrías taparme la boca. Si quisiera devolverte la mordida, podrías dejarte un poco. Pero no salgas, no salgas de ahí, quedate hurgándome, quedate y no salgas. Mordeme un poco más. Quedate un rato más, tapame más la boca. No me dejes gritar. Sé que me encataría gritar. No me dejes gritar.
Y después, cuando no puedas más, cuando no puedas retener ni un poco más toda la explosión que se avecina dentro de vos, salí. Salí de mí, dejá de hurgarme. Salí y pintame, llename de todo lo que tengas, y llename por todos lados. Suspirá, largalo, gemí en mi pecho. Subí la cabeza, respirá agitadamente en mi cara. Dejame verte morderte los labios. Desplomate un poco sobre mí. Respirá en mi cuello. Incorporate. Respirame una vez más. Mordeme despacio y después, por favor, matame.